25 de enero de 2010

Jazz a la Calle: valorá cultura


Final feliz: los organizadores se abrazan sobre el escenario

Por Martín Vergara

El 4to Encuentro Internacional de músicos de Mercedes, que se llevó a cabo entre el 9 y el 17 de enero, realmente le hizo honor a su nombre. Sin duda, es mucho más que una multitud de instrumentistas compartiendo un espacio común. Se trata de una verdadera movida cultural que genera vínculos personales y musicales y donde las identidades regionales se mixturan al ritmo del mate, la feijoada, las jam sessions y las reposeras.
La gente de la organización decide definirse como “Movimiento Cultural: jazz a la Calle” y luego de haber estado más de una semana viviendo la intensidad del encuentro y habiendo palpado el sentir de los vecinos, los comerciantes y los músicos no resulta difícil confirmar que en Mercedes se está desarrollando un cambio social y cultural a partir de la música.

El proyecto se apoya en tres patas fundamentales: una escuela de música que funciona durante todo el año con un sistema de becas para gente de bajos recursos; los recitales mensuales en el teatro de la ciudad; y en los encuentros anuales donde el pueblo se viste de fiesta para recibir durante más de una semana a músicos de Brasil, Chile, Perú, Colombia, EEUU y Argentina, entre otros.

A partir de generar este gran espacio social de intercambio y crecimiento humano, cultural y económico, el encuentro de Mercedes en su cuarta edición se ha transformado en un foco cultural de la región en pleno crecimiento.
Más de cinco mil personas aplaudiendo de pie en la noche del cierre es una postal difícil de trasferir. Pequeñas delicias de la autogestión.

El sabor del encuentro





Por Martín Vergara
Mercedes a la hora de la siesta despide un vaho que se escurre cuando uno se acerca. Ese día las cuadras se hicieron eternas. Salimos del hotel Colón hacia la casa de Alejandro y Giselle en una bocanada ardiente. En los alrededores de la plaza y en las peatonales todo estaba cerrado y sellado. Sólo algunos intrépidos se lanzaban en sus motitos hacia la costanera del río Negro para resguardarse a la sombra de algún sauce.
Caminamos con nuestros trípodes y cámaras por veredas sin árboles hasta ir acercándonos a la dirección apuntada. Metros antes de llegar, el único vestigio de humanos en varias cuadras nos observaba amigable.
Seis o siete personas opinaban sobre el espejito quebrado de un Renault 21 bordó. El estereo funcionaba estridente en la tranquilidad de la siesta. Sentado al volante y con el control de la música estaba Daniel Maza. A la sombra de un árbol, una cuadrilla nos saludaba e invitaba.

-Pasen, pasen. Giselle y Alejandro están adentro- dijeron

La casa era un hervidero de gente y de porotos para hacer feijoada. Una pareja revolvía una cacerola para decenas. Una infinidad de saludos, chicos que corrían, instrumentos por todos los rincones, una perra que ladraba y el Vat 69 que descansaba para el aperitivo.
Hicimos vereda un largo rato intentando aprovechar el escaso oxígeno que había en la atmósfera. Las anécdotas de Maza en sus periplos con Luis Salinas nos deleitaron un rato largo.

-Un día con Luis nos pedimos milanesas con papas y dos huevos fritos. Me levanté para buscar la sal y cuando volví había metido el pan en la yema... me recalenté. Me fui, loco... me fui a un Mac Donald.

La vereda fue nuestro lugar hasta que Giselle nos invitó a pasar al jardín del fondo. Un pequeño parque con una armoniosa sombra, y un galpón que hizo de sala de ensayo para varias de las formaciones que participaron del encuentro, fue desde ahí en adelante el escenario.
Varios músicos brasileños, pandeiro y guitarra, nos dibujaron la sonrisa en el comienzo de esa zapada con aire de fogón. Al rato llegó el Maza y al comando de su guitarra manejó los hilos de una infinidad de músicos que llegaban, sacaban su instrumento y se sumaban a esta Armada Brancaleone que durante horas navegó sin rumbo pasando por el candombe, el bolero, el tango y donde uno se imagine.

El Vat 69 giraba silencioso y el olor a feijao invadía el ambiente, pero la zapada se negaba a sucumbir: el espíritu no se lo permitía. Finalmente, el cuerpo pudo más. Se comió lindo y la temperatura corporal ascendió al borde de la taquicardia. La retirada se impuso lenta en la tardecita. Feliz y memorable.

17 de enero de 2010

Altos Candombes en Villa Soriano



Ex edificio de la Aduana

Altos Candombes. Juan Ibarra, Joaquín Doufour y Martín Ibarra

La formación de Altos Candombes tiene esa mística que se genera en lugares como el Jazz a la Calle. Martín y Juan Ibarra, hermanos montevideanos, conocieron a Joaquín Doufour (argentino) en algún rincón de Mercedes. Compartieron influencias, gustos y locuras; Eduardo Mateo, los hermanos Fattoruso, Hermeto Pascoal, Piazzolla y Miles Davis, chivitos y cervezas. Así nacen algunas cosas que no están atadas a los cánones de lo conocido.


Villa Soriano, posiblemente fundada en 1624, fue el primer establecimiento europeo en Uruguay, y además es “donde ha comenzado la cruzada Libertadora” del gran Artigas, como lo indica un cartel a la entrada del muelle.

Primero se hicieron algunas tomas de la vieja Aduana, una casona derruida frente al río, aunque claramente pintoresca. Un candombe bajo las arcadas, en el patio delantero, fue la primera de las dos canciones.


En un arranque comunista de producción, quien escribe y el productor Vergara realizaron un esfuerzo físico sobrehumano para trasladar un banco de hierro macizo hacia la mitad del muelle que debe tener, al menos, cien metros río adentro. Valió la pena: los muchachos de Altos Candombes nos regalaron un momento mágico. Tocaron la canción que, sin dudas, es el emblema de 4to Encuentro Internacional de Músicos Jazz a la Calle: Ayer te vi, del “Negro” Rada.


Luego de que recibamos un curso sobre cómo hacer un mate con yerba uruguaya sin que se lave en la primera ronda, pegamos la vuelta hacia Mercedes con la sonrisa de haber conseguido un rato de felicidad gracias a la música.

14 de enero de 2010

Mucha música en Mercedes


Franz Mesko Cuarteto (Chile)


Jue Mandinga (Argentina-Perú)

(Desde Mercedes, Uruguay)

Escribir crónicas sobre el 4to Encuentro Internacional de Músicos "Jazz a la Calle" puede convertirse en algo complicado. No porque no haya nada que contar, todo lo contrario: pasa tanto (y a cada rato) que resulta imposible meter todo adentro de una simple crónica. Pero, hasta ahora, nadie ha muerto en el intento.

Pasando revista de los puntos fuertes del Encuentro, encontramos a la banda argentino-peruana, Jue Mandinga. El martes, en lo que fue la jornada más fresca del festival (y por ende con menos público), la banda liderada por el limeño Luis Mina desplegó un repertorio bien latinoamericano, un canto más cerca del caribe que del sur: boleros, salsa, merengue, todo tamizado por la excelente voz de Mina.

El mismo día (martes), los chilenos del Franz Mesko Cuarteto, dieron un excelente show de jazz clásico apoyados en el saxo de Mesko y en el vibráfono de Diego Urbano.

Par tener en vista: Dúo Fain / Mantega -una pareja que reversiona tangos de Piazzolla (entre otros)-, y Fabio Cadore (Brasil) -sinergia entre el bossa jazz y ritmos rioplatenses-.

El miércoles, quinto día del Jazz a la Calle, empezó a palpitarse desde la tarde, cuando las Jams comenzaron a oírse entre rondas interminables de mate. Allí, en las tocatas, surgen grupos de los más diversos y reside el alma de este Encuentro que, valga la redundancia, pretende el encuentro entre los músicos y la gente, la fusión inesperada, la magia del momento.

Los argentinos de Elefante abrieron la noche del miércoles en el ex-edificio de la Aduana. A fuerza de canciones propias, los Elefante mostaron un jazz fresco y prometedor. Ellos, junto a los montevideanos de Trío Melchaka (con un sonido que oscila entre el jazz-funk y el rock), fueron los puntos más altos de la jornada.

Martes con Daniel Maza



Maza en la Jam mercedaria


La Jam del martes por la tarde fue, quizá, de las más memorables. Daniel Maza, reconocido bajista, se convirtió en el eje por el que fueron pasando jóvenes y veteranos de la música. A pesar del frío (gracias a la lluvia que cayó durante la madrugada), mucha gente se acercó a la peatonal Roosvelt para disfrutar del show que se extendió hasta el comienzo de los espectáculos principales. Candombe, bolero, jazz clásico y funk fueron turnándose para que los músicos liberen solos de guitarra, saxo, batería y, obviamente, bajo.

13 de enero de 2010

Educando el oído


(Desde Mercedes, Uruguay) Es lunes y el calor azota Mercedes. En las calles, al fondo, se ve un murmullo borroso sobre el pavimento. Es la hora de la siesta y las almas están guardadas entre sábanas. Por ahí perdido en el aire, se escucha algún saxo y alguna que otra guitarra practicante que afinan esperando otra nochecita jazzera de un festival que ya lleva tres fechas.
Dicen que el Jazz es el arte de la improvisación y que en ese no saber qué viene después, está la libertad absoluta. Ese es el espíritu de este Encuentro y sus Jams que, durante la tardecita, comienzan a darle música a esquinas, calles y peatonales. En cada recoveco, se encuentra un mundo rebosante de música y color, letras y caramadería que conforman un excelente preludio para preparar el oído antes de que llegue la noche.
El predio donde se lleva a cabo el 4to Encuentro Internacional de músicos Jazz a la Calle, era antiguamente el edificio de la Aduana que recibía los barcos que remontaban el río Negro. Allí adentro, el escenario está rodeado de restoranes y bares, donde se puede comer desde un asado hasta crepes franceses. Y en el medio, el pasto es el depositario de las cientos de reposeras que la gente del lugar transporta como equipaje primordial junto al infaltable mate.
La noche llega y la temperatura la transforma en un momento ideal para sentir el resabio amargo de una cerveza en el paladar. Cientos de personas confirman esta apreciación e intercambian mate y cerveza como si fuesen elementos complementarios.
Los argentinos de TBA Trío abren la noche y le devuelven a la tierra lo que es de la tierra: Coltrane, Davis, Parker suenan enredados en canciones propias.
Luego, Vento en Madeira, el quinteto brasileño de Lea Freire y Teco Cardozo, da cátedra de cómo fusionar ritmos originarios sin moler las estructuras del jazz. Y por último, el pianista colombiano Nicolas Ospina y su trío enseñan un poco del paíz cafetero y sus ritmos siempre unificados por las vertientes jazzeras.

El intercambio es incesante y pintoresco: charlas imposibles entre brasileros y argentinos, donde se explora un portuñol extraviado de cerveza y vino; uruguayos y yanquis debatiendo las propiedades de un buen mate; y todos, eso sí, brindando homenaje al elemento común, eso que está siempre flotando en el aire: la música.

Como si fuese poco, una batería y un amplificador esperan en otro sector del predio para comenzar una zapada que durará hasta que los ojos (o el estómago) digan basta.

Así, rebalsados de sonidos, los "mercedarios" vuelven a sus casas. Educados de oído.

11 de enero de 2010

Ernesto Jodos en Jade Jazz!

Hola amigos de Jade!
En www.jade.vxv.com ya está disponible un nuevo episodio protagonizado, esta vez, por el genial pianista Ernesto Jodos!

4 de enero de 2010

Jade se va pal Uruguay!

Botijas contentos o no, el equipo de Jade, Jazz y otras músicas parte hacia el país hermano para cubrir el más que interesante Festival Internacional Jazz a la Calle, que se llevará a cabo en la ciudad de Mercedes (www.jazzalacalle.com).

Próximamente, entonces, podrán ver un completo informe de lo que sucederá en las tierras del querido Pepe.

Saludos!